Porque es transparente y refleja el papel de fondo que al ser blanco la hace muy luminosa.
Casi como si fuera una vidriera.
Pero antes que todo eso, es agua. Agua que lleva en suspensión partículas de pigmento. Es agua que corre por una superficie y cae de un lado u otro según la orografía del terreno.
Del papel en este caso.
Y a su manera tiene un punto indomable. Corre por donde le da la gana. Como un rebaño desbocado. Y si eres un poco pastor tus pinceles sirven para reconducir ese agua que se desplaza, tratar de que se ajuste un poco, que forme lagunas, charcos y cascadas.
Con algo de suerte y de salpicaduras a veces, no siempre, cuando las pequeñas mareas se reposan, queda algo precioso que compartir.
¿Quieres una acuarela?
Por alguna razón el «mundo bici» ha sido muy receptivo a esta movida.
Pero no, ojo, me encanta pastorear agua con colores con cualquier propuesta. Sólo tienes que preguntar.
Los ejemplos que ves aquí son de acuarelas de 20×20 cm con paspartú. Se entregan con cristal y con marco y el precio es de 80€.
Si has llegado hasta aquí a través de las procelosas aguas de internet, o por azar, o porque te lo ha recomendado alguien que te quiere bien puedes dejarme aquí tu precioso email y estar al tanto de lo que se cuece en la marmita (e incluso llevarte un regalo por tu cara bonita).